Sudamérica como procesador exportador líder del complejo soja
Fuente: BCR
Del 2012 al 2017, la industria procesadora de oleaginosas creció 18% en su capacidad en 4G + UY (los principales productores exportadores -Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay- más Uruguay). Con la capacidad para procesar más de 133 Mt de soja, Sudamérica industrializa en forma efectiva el 32% (93,2 Mt) del crushing mundial, el mismo 32% de China y por encima del 18% de EE.UU. El perfil exportador de la región se debe a que 75% del comercio mundial de aceite y de harina de soja es de origen sudamericano. Argentina lidera el modelo de industria de gran escala, moderna y eficiente, que procesa en origen y coloca los productos en la arena internacional.
En Sudamérica, entre 10 países pueden procesar 134 Mt de soja, pero Argentina y Brasil tienen el 92% de esa capacidad
Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay tienen una capacidad teórica de procesamiento de oleaginosas de 404.241 toneladas diarias en forma conjunta; todo en plantas que estuvieron activas en algún momento en el año previo. Esto significa que la región puede procesar anualmente 133,4 Mt de oleaginosas, capacidad que se utilizaría en un 69% ya que se estima en 92,6 Mt la molienda en el 2017/2018. Argentina y Brasil tienen instaladas plantas que cubren el 92% de la capacidad de industrialización de todo Sudamérica, y de esos dos países Argentina solamente tiene el 50%.
Los cinco países mencionados no son los únicos que procesan soja, ya que Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela procesan entre 850 y 900 mil t en forma conjunta –el 60% lo lleva a cabo Colombia- por lo que tienen las instalaciones para llevar a cabo ese proceso industrial.
El análisis de aquí en más se concentra en el grupo que se denomina Mercosur Ampliado, considerando que la región ya comprende a los 4G (Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, como los principales productores y exportadores procesadores del complejo soja) y a Uruguay, pese a que Bolivia está en proceso de adhesión al bloque de integración original (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
En 10 años la capacidad creció 32%; el mayor aumento fue del 18,5% en el quinquenio 2012 – 2017
Una década atrás, la industria del complejo oleaginoso sudamericano tenía una capacidad de procesamiento activa de 307.163 t diarias. A partir de este dato, se puede ver que la capacidad productiva ha crecido en más de 97.000 t en los últimos 10 años; o, dicho de otra forma, en un 32%.
Sin embargo, cuando se analiza la evolución en períodos quinquenales, se aprecia que el salto más significativo se dio entre 2012 y 2017, al agregarse más de 63 mil toneladas a la capacidad instalada (18,5%).
Estas cifras comprenden sólo la capacidad de las plantas que se encuentran activas, o, al menos, que trabajaron en alguna oportunidad durante el año precedente al corte de la información. Para los datos se recurrió a varias fuentes, de entre las cuales la más importante es el anuario de la firma de brokers de FOB J.J. Hinrischsen S.A. Además, se ha hecho uso de información que proporciona ABIOVE, en Brasil; CAPECO y CAPPRO, en Paraguay; y de lo que surge por consultas a expertos, analistas y funcionarios de empresas del sector para completar la información.
Siempre tomando el último quinquenio, debido al fuerte aumento de capacidad, se aprecia que la mayor ampliación para el procesamiento estuvo en Brasil, si se consideran valores absolutos. En ese país, se aumentó la capacidad en 36.815 toneladas diarias, lo que representa el 59% del aumento que experimentó la región.
Si se consideran los términos relativos, Paraguay y Uruguay fueron quienes protagonizaron el mayor crecimiento en su capacidad. Ambos países más que duplicaron su potencial de procesamiento de soja; Uruguay tuvo un aumento del 123,2%, mientras que en Paraguay la capacidad de la industria de procesamiento de oleaginosas creció un 126,1%.
En el caso de Argentina, si bien registró el menor incremento porcentual quinquenal al cabo del 2017 (7,1%) y perdió algo de peso relativo (pasó del 55% al 50%), su capacidad de procesamiento activa sigue siendo la mitad de la existente en todo Sudamérica. De hecho, la ubicación de las plantas aceiteras en las terminales portuarias del Gran Rosario hace que la capacidad concentrada supere todo el tonelaje instalado en Brasil, que es el segundo crusher sudamericano.
Brasil con la mejor relación uso/capacidad en el 2017 con 72%; Argentina y Paraguay con 68%
En el cuadro 2, se puede apreciar el cálculo del grado de utilización de la capacidad teórica instalada en cada uno de los países en el año 2017 partiendo de la cantidad de toneladas efectivamente procesadas. Allí se puede observar que Brasil es la nación que ha hecho mayor uso de su capacidad instalada, al encontrarse esa relación en el 72%. Luego se ubican Paraguay y Argentina, ambos con el 68% de capacidad utilizada. Le sigue Bolivia con el 58% y cierra Uruguay con el 33%. Tomado en su conjunto, este Mercosur Ampliado habría utilizado en el 2017 un 69% de su capacidad total.
Habría que mencionar que para Argentina, en la medida que las plantas locales pueden procesar otras semillas oleaginosas y existe una elevada producción de girasol, el procesamiento de las otras oleaginosas reduce la capacidad ociosa y por ello se tienen en cuenta en el cuadro adjunto. Considerando la industrialización del año 2017, el ratio uso / capacidad instalada ascendió a 68%, pero si sólo se tomara soja ese ratio estaría en el 63%.
Otro punto no menor a considerar cuando se miran estas cifras es que aquellas plantas de menor escala no trabajan en forma sostenida a lo largo de un año.
Mirado desde un punto de vista comparativo, la información del cuadro 2 datos exhibe una menor utilización de la capacidad con respecto al año previo, ya que en el 2016 la capacidad utilizada en el Mercosur Ampliado había sido de 73%. Según las estimaciones realizadas, sólo Paraguay habría mejorado su eficiencia en la utilización de su infraestructura productiva, ya que pasó de un 60% a un 68% en ese ratio. Argentina, que mostró un nivel de utilización del 69% en 2016, habría reportado un nivel de 68% para el año 2017.
La “gran” escala: 56% de la capacidad instalada en Argentina está en plantas que pueden procesar más de 10.000 t diarias
Como se puede apreciar en el cuadro 3, el 56% de la capacidad instalada activa en Argentina se encuentra concentrada en instalaciones superiores a las 10.000 t. Si se agregan las plantas que se encuentran entre 3.000 y 9.999 t, el 89% se corresponde a instalaciones de envergadura media a grande. Eso está directamente relacionado con una industria que fue cimentándose con destino exportador, en oposición a lo que ocurre en Brasil, donde las plantas que se encuentran en el estrato de 3.000 a 9.999 t representan el 36% del total.
Se toma la planta de 3.000 t como punto desde el cual se observan cambios significativos de lo que pasa en Sudamérica, y particularmente en los países productores exportadores como Argentina, a partir de referencias de especialistas. Vale la pena mencionar lo expuesto por un especialista en la industria como Tim Kemper, director de operaciones globales de Desmet Ballestra, en una presentación durante una conferencia internacional cinco años atrás. Si bien pueden darse muchos cambios en los cinco años transcurridos, al ser la empresa belga líder en servicios de ingeniería y adquisición de plantas procesadoras de oleaginosas del mundo, hay cifras que dan una idea de qué tipo de capacidades se instalan para soja en el mundo. En aquel entonces, Kemper mencionaba que a partir de las plantas nuevas vendidas en 5 años (32 para soja), se notaba ciertamente un crecimiento en escala, que para ese período la capacidad media instalada estaba en 2.850 t y la mediana en 1.900 t.
7,5 de cada 10 buques llevan harina y aceite de soja sudamericanos; 5 son productos de origen argentino
Volviendo al tema de los incrementos en capacidad instalada, la focalización de dichos aumentos en el lapso que va del 2012 al 2017 dice mucho acerca de la oportunidad aprovechada por parte de los países productores de soja vecinos a Argentina, en lo que hace a la recepción que tuvieron las inversiones. Pero, también dice mucho de la oportunidad perdida en nuestro país por estimular a la industria de crushing local en la captura de los excedentes productivos de soja de esos mismos países para convertirlos en productos.
El actual contexto en Argentina es diferente y más allá de la desfavorable coyuntura en cuanto a oferta de oleaginosas en virtud de la sequía, la región, o más específicamente Argentina, seguirá liderando el comercio internacional de aceite y harina de soja (ver gráficos adjuntos). Este liderazgo se basa en el modelo de una industria de gran escala, moderna y eficiente, instalada cerca de los puntos terminales de embarque, para procesar en país de origen y colocar los productos en la arena internacional.