Ocho claves para entender la devaluacion del yuan y su impacto
Cronista
Algunos afirman que la medida es revolucionaria pero eso quedará demostrado recién cuando el mercado se mueva en una dirección que no favorezca a las metas del Estado
La inesperada acción del Banco Popular de China (BPC) para debilitar el yuan en su mayor revisión a la baja en las últimas dos décadas intensificó las especulaciones sobre una guerra de monedas. Sin embargo, otros interpretaron la intervención como un bienvenido gesto hacia la reforma de mercado y la liberalización financiera. El yuan ayer cayó a su menor nivel en casi tres años después de que el Banco Central fijara la paridad central de la moneda 1,9% más bajo, el mayor cambio de la historia.
¿Qué es la paridad central?
Todos los días a las 9:15 horas de Beijing, el BPC fija un precio medio para su moneda, sobre la cual el banco central ejerce un férreo control. Cuando el mercado abre 15 minutos más tarde, los inversores pueden hacer operaciones con la moneda dentro de una fluctuación máxima de 2% de ese valor medio.
¿Por qué ahora?
Un evidente catalizador es la desaceleración económica. En el primer y segundo trimestre, la economía china creció a una tasa anual de 7%, el ritmo más bajo en seis años. Datos del fin de semana muestran que las exportaciones retrocedieron 8,3% interanual en julio, cifras muy malas dado que se esperaba una caída de 1,5%. Una moneda más débil debería ayudar a que las exportaciones chinas sean competitivas.
Entonces China busca impulsar sus exportaciones. ¿No es ésta una guerra de monedas?
No necesariamente. El objetivo fijado es la reforma de mercado. El banco central dijo que esta fue una medida única para mejorar la «orientación del mercado y el estatus de referencia» del yuan. Antes, el BPC fijaba el tipo de cambio donde quería. Ahora le dará voz a los mercados: la paridad tendrá de referencia el tipo de cambio del cierre del mercado interbancario de divisas del día anterior.
¿Hay presión para la reforma?
Antes de fin de año, el Fondo Monetario Internacional decidirá si incluye el yuan en sus derechos especiales de giro (DEG), un activo de reserva global que incluye al dólar, el euro, la libra y el yen. Su incorporación significaría un respaldo al yuan como moneda formal de reserva. El FMI elabora una revisión de los DEG sólo una vez cada cinco años, por lo que el BPC podría estar acelerando sus esfuerzos para liberalizar la moneda como parte de su cruzada para internacionalizar el uso del yuan.
¿Es un triunfo de la reforma?
Quizás. Es difícil decirlo. Hace meses que hay presión para que el yuan se debilite debido a la salida de capitales, pero el BPC evitó cualquier depreciación fijando la cotización más elevada y vendiendo reservas extranjeras. La depreciación de hoy suaviza algo esa presión.
Muchos economistas se mostraron optimistas. En Barclays llamaron al mecanismo «una medida revolucionaria». Pero nosotros no sabremos si China está verdaderamente dejando hablar al mercado en lo que respecta al valor de su moneda hasta tanto la veamos moverse en una dirección no favorable para sus propios objetivos.
¿Eso importa fuera de China?
Sí. China es un gran consumidor de materias primas y si la medida es interpretada como una señal de debilidad económica, habrá una reacción en cadena. Ayer todas las monedas de la región se depreciaron contra el dólar estadounidense. La solidez del dólar podría hacer que la Reserva Federal se vuelva reacia a elevar las tasas, porque eso provocaría una mayor presión al alza sobre la moneda norteamericana.
¿Cuáles son los riesgos?
Los inversores vienen presionando para que el yuan se debilite, y si se les permite determinar cuál es el valor, es posible que la divisa se deprecie rápidamente. Stuart Allsopp, director de riesgo país en BMI Research, una unidad de Fitch, advierte que los inversores podrían ver al yuan como una apuesta de un único sentido «y empezar a posicionarse en contra de la moneda, elevando las posibilidades de mayor debilitamiento».
¿Y ahora qué?
La pregunta clave es si Beijing realmente permite que la moneda se negocie más libremente. El año pasado, el BPC intervino para aniquilar las apuestas seguras cuando el yuan se apreciaba continuamente. Si los inversores empiezan a empujar al yuan a la baja, Beijing podría sentir la necesidad de actuar de nuevo. Si no lo hace, los países vecinos que compiten por las exportaciones podrían quejarse. EE.UU. podría estar en una posición difícil: hace años que pide la reforma de mercado pero si China lo permite y la moneda se deprecia, perjudicando a los fabricantes norteamericanos, no es tan evidente cómo debería responder Washington.