Impulsan un proyecto de ley para que se apliquen más fertilizantes en el campo
Diario BAE
Por Merino Soto
El importante avance que la Argentina ha logrado en materia de agricultura, no coincide desde hace mucho con el consumo de fertilizantes en los suelos. A partir de esa preocupación, representantes del Poder Legislativo, buscan de alguna forma palear la salida de nutrientes. Para mejorarlo, impulsan un proyecto de ley que incentivo el cuidado de la tierra a través de beneficios impositivos que a la larga signifique un desarrollo más sustentable de los recursos naturales.
El sistema de alta producción que tiene hoy la agricultura argentina es de un alto grado de extracción, lo que lleva a la necesidad de reponer urgentemente los nutrientes que se llevan los cultivos. El fósforo y el nitrógeno, son los más importantes dentro de la fertilización.
En el caso del fósforo, su caída constituye una alarma en el sector agrícola, ya que la soja necesita ocho kilogramos para producir una tonelada de grano mientras que sólo recibe el 16 por ciento. El maíz, por su parte, necesita cuatro kilos y se le aplica el 67%; mientras que el girasol requiere de cinco kilogramos, pero la fertilización sólo le da el 40 % de lo que necesita absorber.
En la actualidad los especialistas coinciden en que se está reponiendo alrededor de un 35% de lo que están extrayendo las cosechas. Debería ser del 70 por ciento.
Por lo tanto, las cosechas se están llevando alrededor de cuatro millones de toneladas de nutrientes y se está reponiendo un poco más de un millón, lo que equivale aproximadamente a tres millones de toneladas de fertilizantes.
El uso de fertilizantes pasó en una década de 418.000 toneladas a 1.3 millones.
Los sistemas mixtos de utilización de la tierra que se extendieron en las décadas del ‘50 y del ‘60 lograron recuperar parte de la materia orgánica perdida, hasta que el ciclo de agriculturización iniciado a principios de los ‘70 provocó un nuevo descenso de la materia orgánica de los suelos e incremento de los procesos de erosión.
Todo esto lleva a la conclusión que hay que empezar a hacer algo en serio. La promoción en el uso de fertilizantes a través de una norma (no obligatoria) es un camino.
Para esto se propone incorporar como desgravación al impuesto a las ganancias, el 100% del gasto en fertilizantes que realice el titular de una explotación agropecuaria, en el período fiscal en el que se comercialice la producción en la cual se aplicaron dichos insumos.
El acceso a éste beneficio deberá ser cumplido por medio de un plan de siembra que incluirá el tipo de cultivo, el cultivo antecesor, la cantidad de hectáreas a trabajar y las rotaciones previstas. El mismo deberá reflejar la aplicación de buenas prácticas agronómicas y tener una duración de tres a cinco años. Todo ésto será presentado ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), para luego así aplicar los descuentos impositivos.
“Mediante esta ley se promueve la mejora en capacidad productiva de los suelos en forma tal de incrementar la productividad de los mismos, lo que deviene en una mejora del capital natural y la vez en una mayor producción que va a beneficiar tanto a los productores como al sistema productivo en general”, recalcó el diputado Luis Basterra (FPV), responsable de la iniciativa.
Además en uno de los puntos del proyecto, se prevé un régimen especial de provisión de fertilizantes con carácter de aportes no reembolsables para los agricultores familiares, supervisados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), cuyo costo se estima a precios actuales en u$s18 millones.
Rotación
La rotación es la clave para cuidar el suelo. Estos deberían seguir una secuencia que alterne leguminosas con gramíneas, es decir la sucesión trigo, soja, maíz en dos años.
El problema es que esta regla se fue abandonando hasta suplantarse en un solo cultivo, generando un proceso del deterioro del suelo que es importante. Lo que se llama soja sobre soja. ¿Por qué? Porque la soja es el único de los cultivos que otorga una buena rentabilidad frente a los demás granos.
Cada seis hectáreas de soja que se siembran, sólo se cultiva una de maíz, lo que presenta un severo desequilibrio.
Hoy la Argentina viene demostrando en los últimos años un crecimiento sostenido de su producción, la cual se logró gracias a las nuevas tecnologías, a un creciente nivel de manejo de conocimientos e información por parte de productores y técnicos, y a la capacidad productiva de las tierras. Sin embargo, la calidad natural de nuestros suelos tiene límites que deben ser respetados.
COMPLEMENTOS
Es necesario que se aprueben otras leyes paralelas que incentiven el mayor cuidado del suelo así como también un ordenamiento de los contratos de alquiler (arrendamiento), para que el productor tenga alternativas y se incline en la siembra de otros cultivos, y no tener que optar siempre por la soja. Quizás obligar al que arrienda a mejorar la fertilización del suelo a cambio de algún benefi cio a la hora en el valor final pactado a la hora de celebrar el contrato. Aunque una ecuación difícil cuando ambas partes no quieren ceder las ganancias.