Coronavirus en la Argentina: ¿cuáles son las recomendaciones para su prevención?
Fuente: BCR
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) realizó un análisis del impacto del coronavirus (COVID-19) en los mercados globales. Este mediodía, los resultados fueron publicados en el siguiente informe:
¿Dónde estamos parados hoy?
La cepa del coronavirus que hoy conocemos como COVID-19 fue descubierta en diciembre de 2019 a partir de un brote originado en la ciudad de Wuhan, China. Rápidamente, la enfermedad demostró una muy alta facilidad de contagio propagándose por dicho país primero, y por otras naciones (especialmente del Hemisferio Norte, que atravesaba los meses más fríos de su invierno) después. A la fecha, el número de infectados superó las 120.000 personas, considerándose según fuentes de información en la materia, áreas de transmisión sostenida China, Japón, Corea del Sur, Irán, Italia, España, Francia y Alemania.
El principal temor que subyace en el mundo se origina, justamente, en la facilidad de transmisión que demuestra el virus. Tanto en cantidad de contagios como de casos fatales el avance ha sido mucho más rápido que en ocasiones anteriores comparables, como puede ser la Gripe A en el 2009 o el SARS en 2003. De este modo, si bien la tasa de mortandad respecto al total de casos es relativamente baja (la OMS la estimó en
marzo en 3,4%) el rápido avance de la enfermedad hace que la cantidad de casos graves sea numerosa.
La buena noticia es que las medidas de contención, rápida asistencia y aislamiento de personas infectadas que llevó a cabo China y comienzan a replicar otros países da muestras de obtener buenos resultados para contener la enfermedad. La OMS confía en que el compromiso de los gobiernos y la sociedad podrían minimizar el impacto del virus pero la incertidumbre que subyace respecto al alcance final de este brote es aún muy alta, manejándose distintos escenarios que van desde una estabilización relativamente rápida a una pandemia de profundas consecuencias. Además, en lo local, esta crisis encuentra a la Argentina en una situación económica y financiera vulnerable, que puede magnificar la volatilidad de los mercados afectando el comercio externo y el patrón de crecimiento potencial a mediano plazo.
En este contexto, el golpe a los mercados proviene del hecho que, incluso en el escenario más optimista respecto a la contención de la enfermedad, ésta se consigue a costa de una virtual paralización de la actividad económica (cancelación de vuelos, suspensión de eventos, cierre de escuelas y universidades, “cuarentena” o aislamiento de las personas, limitación de la cantidad de gente que puede permanecer
simultáneamente en cualquier tipo de almacenes, etc.). La alerta está puesta en tomar los recaudos necesarios para asegurar que este shock transitorio no se convierta en una crisis económica y social de mediano plazo por un círculo vicioso de empresas que no tienen la capacidad financiera de mantenerse en pie luego de las semanas de freno en la actividad y que ello active un círculo vicioso de cierre de empresas, aumento del desempleo, profundización de la caída en la actividad económica, etc.
¿Cómo han cambiado las expectativas en relación al crecimiento económico a partir del brote del coronavirus COVID-19?
A pesar de que distintos gobiernos del mundo impulsaron medidas monetarias y/o fiscales expansivas a la vez que organismos multinacionales como Naciones Unidas y el FMI anunciaron paquetes de ayuda excepcional para colaborar en mitigar los efectos de la crisis, existe un amplio consenso sobre las limitaciones al crecimiento que ya impondrá el Coronavirus en el año 2020.
En esta línea, la OCDE recortó su proyección de crecimiento mundial para este año de 2,9% (estimado en Nov’19) a 2,4% (Mar’20). Se anticipan desaceleraciones en la tasa de crecimiento también en la Zona Euro y en Japón, aunque la economía que más afectada sería China suyo crecimiento interanual pasaría de alrededor del 6% (Nov’19) a menos del 5% (Mar’20); ello es, su menor tasa de crecimiento de las últimas tres
décadas.
Siendo la segunda economía del mundo y con un PBI que aporta el 17% del producto global, es natural que una caída en la tasa de actividad china se traduzca en una un menor crecimiento mundial, que en los últimos 7 años viene mostrando una tasa por debajo del 4%.
¿Cuál es la respuesta de los mercados ante la amenaza del Coronavirus?
A partir del surgimiento del Coronavirus en China y su posterior expansión a otros continentes, la incertidumbre en los mercados ha tenido un marcado aumento. El índice de Incertidumbre sobre Política Económica en Estados Unidos, confeccionado por la Reserva Federal de St. Louis evidencia sus valores más altos desde la crisis financiera de 2008, cuando Estados Unidos atravesaba una recesión. El nivel de incertidumbre que despierta el impacto económico-político del Coronavirus supera ampliamente los picos de incertidumbre provocados por la crisis de deuda europea, el BREXIT, las elecciones presidenciales estadounidenses e incluso la resiente disputa comercial entre China y Estados Unidos.
Producto de la alta incertidumbre, precisamente, en los mercados tuvo lugar un flightto-quality. Es decir, las inversiones abandonan aquellos activos más riesgosos en favor de activos considerados más seguros como el oro o los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Así, el futuro de oro que cotiza en MATBA-ROFEX ha aumentado casi un 10% desde inicios de enero.
Como contracara, la limitación al flujo de personas y mercancías que impuso el gobierno chino para contener el avance del virus desencadenó una importante caída en la demanda de combustible para transporte y usos industriales (se estima que en el mes de febrero el 70% de la industria en China estaba paralizada) motivando el primer desplome del petróleo. Así, al 20 de febrero el combustible fósil cotizaba un 12% por
debajo de su precio a comienzos de enero.
La segunda caída en los valores del crudo se produjo a partir del reconocimiento del impacto que el Coronavirus tendría sobre la economía global. Con el virus expandiéndose a otros continentes, y generando muchos problemas de contención en Europa, las proyecciones de crecimiento mundial para 2020 comenzaron a recortarse. Menor actividad económica esperada implica una menor demanda mundial de petróleo. A partir de ello, el crudo retrocedió un 23% (12,5 US$) desde mediados de febrero a principios de marzo.
Ante estas perspectivas, era de esperar que el mundo recorte su producción de petróleo para así contener la caída del crudo. Sin embargo, la OPEP+ (la Organización de Países Exportadores de Petróleo y 10 productores independientes) no logró un consenso en esta dirección por la negativa de Rusia a disminuir su producción de crudo. Arabia Saudita, productor líder de petróleo, respondió anunciando que incrementará entonces su producción petrolera y rebajará sus tarifas. Entonces, ante una expectativa de sobreoferta de petróleo en un mundo cuya demanda se verá mermada en 2020 por una menor actividad económica provocó la última gran caída en el valor del crudo. Los precios del petróleo cayeron US$ 9, es decir 23%, en la jornada del 09 de marzo posterior al anuncio de Arabia Saudita.
En línea con la caída del petróleo, que acumula casi un 50% desde inicios de enero, en lo que va del año al 10 de marzo las acciones de YPF en NYSE perdieron un 47% de su valor.
¿Cómo se ve afectado el precio de los commodities agrícolas en este contexto?
La particularidad del coronavirus en el caso de los commodities agrícolas es que llega para reforzar las dificultades de largo plazo establecidas en estos mercados. Así, el COVID-19 suma presión bajista a los precios ya resentidos a partir de la disputa arancelaria entre Estados Unidos y China y a la Peste Porcina Africana.
En lo que va del año, el índice de productos agrícolas elaborado por S&P cayó un 16% fundamentado en la menor demanda proyectada de productos agrícolas tanto para consumo humano directo como para para forraje animal. La menor actividad económica global que se espera para este año se verá reflejada en menores ingresos que recortaran y/o modificarán el consumo de alimentos, a la vez que caería la demanda de aceites vegetales y maíz para la producción de biocombustibles.
¿Cuál es el impacto para Argentina?
Del lado del comercio internacional, entre los países afectados por el brote COVID-19 China es un caso paradigmático para Argentina ya que es el destino de casi el 90% de nuestras exportaciones de poroto de soja (que aportaron cerca de US$ 3.000 millones en el 2019), el 70% de las carnes bovinas (por más de US$ 2.000 millones) y el 22% de la carne porcina (con un valor de US$ 3,5 millones en el 2019). En Brasil, nuestro
principal socio comercial y termómetro de lo que puede esperarse para la actividad económica local, la participación del gigante asiático en las exportaciones es incluso más alta, estimándose que se deterioren sus perspectivas de crecimiento para este 2020. Si a ello se le suma la caída de precios que vienen mostrando en el mercado externo los commodities agrícolas, principal complejo exportador argentino, se comprende que el impacto por esta vía puede ser notable.
Por otro lado, la caída del precio del petróleo impacta directamente sobre las proyecciones de crecimiento de la actividad de Vaca Muerta al restarle competitividad al shale oil ya que desincentiva la inversión en exploración y extracción, perjudicando la expectativa que el yacimiento se convierta prontamente en un rubro líder de las exportaciones argentinas.
Si a ello se le suma el amesetamiento proyectado en el crecimiento y el comercio mundial para este 2020, se puede concluir que existe un riesgo concreto de una erosión del comercio exterior y, consecuentemente, del ingreso de divisas por exportaciones para este año. Ello, por un lado, presiona sobre el tipo de cambio, especialmente en un contexto donde mientras la moneda local perdió un 4% de su valor en relación al
dólar desde el 1ro de enero, el real brasileño se depreció un 18% en el mismo lapso, perjudicando la competitividad argentina en relación a nuestro principal socio comercial. Sin embargo, dejar correr el tipo de cambio conlleva el riesgo latente de un traspaso a la inflación en los precios domésticos, que ya se encuentra en niveles excepcionalmente altos desde hace unos años, convirtiéndose en un arma de doble filo.
Por otro lado, este impacto llega en un momento muy delicado para Argentina, en pleno proceso de renegociación de la deuda. Si bien la caída de tasas en el mundo puede de algún modo limitar el peso de la deuda, lo cierto es que bajo las circunstancias actuales los inversores tienden a preferir desprenderse de sus activos más riesgosos, entre los que lamentablemente se encuentran los bonos argentinos, para ir hacia otras colocaciones consideradas más seguras. Así, el riesgo latente es que los compradores de nuestros títulos a valores muy bajos sean fondos especulativos de alto riesgo (popularmente conocidos como fondos buitre), que tienden a apostar por cobrar la totalidad de la deuda vía su judicialización. En este contexto, se cree que el país haría bien en resolver la negociación que asegure la sustentabilidad de su deuda pública en el lapso más corto posible, para afrontar un año volátil en las mejores condiciones posibles.